La última migración by Charlotte McConaghy

La última migración by Charlotte McConaghy

autor:Charlotte McConaghy [McConaghy, Charlotte]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Distopía, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2020-08-04T00:00:00+00:00


* * *

Siguen tres noches de lo mismo: no es que lo estrangule, sino que me paseo por el piso rompiéndolo todo o destrozo los armarios de la cocina. A Niall le aterra que me haga daño. No me atrevo a admitir que es más frecuente de lo habitual porque nunca he estado tan alejada de la realidad como en este extraño piso con este hombre desconocido. Pero le pido que me ayude a esconder todos los objetos afilados de su dormitorio y a sacar cualquier mueble innecesario, y que haga instalar una cerradura en el interior, cuya llave esconderá él en algún lugar que yo no pueda encontrar.

No le digo que eso me pone muy nerviosa.

No le digo que esta noche, mientras intento dormir, las paredes se encogen y el techo se cae y que quiero echar abajo la puerta o romper la ventana y largarme de este piso, de esta ciudad, incluso de este maldito país. Me callo todo eso y me limito a atarme las muñecas a los postes de la cama porque no quiero estrangular a mi pobre marido mientras dormimos.

• • •

—¿Qué vamos a hacer hoy?

Niall me desata las muñecas para que pueda volverme hacia él.

—¿No tienes que trabajar?

—¿Para qué? —pregunta—. Nunca cambia nada.

Me sorprende oírselo decir, pero supongo que no debería; al fin y al cabo la melancolía es otra cara de la pasión. En lugar de recordarle la importancia de la enseñanza, lo beso. Hacemos el amor a la luz de la mañana, pero el recuerdo de las plumas me pone tensa y me duelen las muñecas, y no lo siento tan cerca, tengo la impresión de estar en la cama con un hombre que no sabe nada de la monstruosidad que escondo en mi interior.

Luego vuelve a preguntarme qué vamos a hacer.

—Lo que quieras —respondo.

—¿De verdad? ¿No tienes nada planeado?

—Hoy estoy libre.

—Lo sé, pero ¿no has previsto nada fuera del trabajo?

Lo miro con el entrecejo fruncido.

Él se ríe.

—Anoche te oí quedar por teléfono con alguien en Doolin.

—¿Escuchaste a escondidas? ¡Eres impresentable!

—El piso es pequeño.

Hago una mueca.

—¿Conduces tú o yo? —me pregunta.

—¿Y si quiero ir sola?

—Pues ve sola.

Pienso en sus palabras buscando la trampa. Parece sincero, de modo que me encojo de hombros y finjo indiferencia.

—Ven si quieres, pero probablemente te aburrirás.

Se va a la ducha.

—Solo se aburren los aburridos.

• • •

La mayor parte del trayecto a Doolin no ponemos música y apenas hablamos; los silencios a veces son cómodos y otras no. Dentro del coche me ahogo, así que bajo las ventanillas a pesar de que hace mucho frío.

A medida que nos acercamos me pongo más y más nerviosa. Me convenzo de que estoy cometiendo un error y que debo dar marcha atrás, que solo puede salir algo malo de este encuentro; por eso mi madre nunca me llevó allí.

—Háblame de tu acento —me dice Niall rompiendo el silencio, creo que porque nota mi malestar.

—¿Qué le pasa a mi acento? —le pregunto, sin apartar los ojos del mar a mi derecha.

—No consigo averiguar de dónde es.



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